Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director
Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa
Este domingo 19 de noviembre de 2017, XXXIII del Calendario litúrgico, con el
lema “No amemos de Palabra sino con Obras” se celebrará la I JORNADA
MUNDIAL DE LOS POBRES. El lema se inspira en el pasaje bíblico de 1 Jn 3,
18. El deseo expresado por el Papa Francisco al concluir el jubileo de la
Misericordia, se cristalizó ahora con esta jornada para que en todo el mundo
las comunidades cristianas busquen ser un signo concreto del amor de Cristo
por los últimos y los más necesitados.
LA JORNADA DE LOS POBRES tiene como objetivo, en primer lugar,
“estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y
del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro”. Al mismo tiempo, la
invitación está dirigida a todos, independientemente de su confesión religiosa,
para que se dispongan a compartir con los pobres algunos signos de
fraternidad.
Los pobres son personas que han sido vulnerados en sus necesidades tanto
materiales, como espirituales. No solo son quienes están sometidos a formas
de pobreza tradicional y de injusticia social, sino que también han surgido
nuevas formas de empobrecimiento en el campo y en las ciudades como es el
caso de la marginación y la exclusión. Los pobres son quienes teniendo
derecho a una vida plena, viven en condiciones inhumanas. Junto a la pobreza
material existe además otra forma de pobreza que tiene muchos rostros, es la
pobreza relacional, moral y espiritual.
La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados por viles
intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero. Hoy más que
de pobres, se habla de empobrecidos como fruto de la injusticia social, la
corrupción, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia
generalizada.
El Papa Francisco nos transmite un mensaje fuerte y rico que ofrece pautas
concretas para la oración, la reflexión y la acción, con el objetivo de movilizar
no sólo a las comunidades cristianas sino también a todas las personas de
buena voluntad, de forma que se muestren solidarias y sensibles a las
dificultades de las personas que viven en mayor pobreza y necesidad.
El Obispo de Roma no duda en denunciar: “Desafortunadamente, mientras
emerge cada vez más la riqueza descarada que se acumula en las manos de
unos pocos privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la
explotación ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la
pobreza en grandes sectores de la sociedad entera”. Ante este escenario, no
se puede permanecer inactivos, ni tampoco resignados.
El Papa invita “a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los
ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo
de soledad. Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir
de nuestras certezas y comodidades, y a reconocer el valor que tiene la
pobreza en sí misma”.
La atención, cuidado y asistencia de los pobres ha sido parte de la misión de la
Iglesia desde los primeros años de su existencia, como lo atestigua ya el libro
de los Hechos de los Apóstoles 6,3. Esta atención es una manera de
responder al mismo amor de Dios que ha manifestado también una
predilección especial por los pobres.
La Jornada busca promover un estilo de vida que nos lleve a seguir a Cristo
pobre y a un verdadero encuentro con el pobre. Se trata de una manera de ser
frente a los demás. Conforme a la propuesta que Jesús nos hace en las
bienaventuranzas, para los discípulos de Cristo, la pobreza es también una
vocación. Es un caminar detrás de él y con él. Un camino que lleva a la
felicidad del reino de los cielos (Cfr. Mt 5, 3; Lc 6, 20). El espíritu de pobreza
evangélica nos conduce a cultivar un corazón humilde que acepta la propia
condición de criatura limitada; La pobreza evangélica impide considerar el
dinero, la carrera, el lujo como objetivo de vida y condición para la felicidad.
El papa Francisco nos invita a ser una Iglesia viva, donde la imaginación y la
creatividad estén al servicio de la solidaridad con los más pobres, al igual que
hacía Jesús. No sólo se trata de realizar acciones para ellos sino con ellos y así
dejarnos enseñar y evangelizar por la realidad que están viviendo.