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Al Estilo Mathey

Por Analitik FP

*Alcoholismo siempre tolerado
*La mexicana alegría, imparable
*Muerte, drama, violencia, no vistos

Gustavo CADENA MATHEY, Premio Nacional de Periodismo.

“¡Quién no llega a la cantina exigiendo su tequila y exigiendo su canción…!”: José Alfredo Jiménez.
Buen día lunes 29 de julio apreciado lector: “Angelito, ve a la tienda de Lucho y me traes mi cerveza”, me dijo un día mi padre mientras encuadernaba en su siempre improvisado taller de la casa de Hidalgo 11, historias que le encargaban algunos pudientes del pueblo.
En Acayucan a la una de la tarde el calor era inaguantable. “¡Uta, aquí solo se puede vivir borracho o loco!”, afirmaban algunos foráneos.
“¡Sería delicia suma, volverse pato y nadar, si estuviera hecho el mar, con Cerveza Moctezuma!”, se oía constante en la XEW, que a cada rato ponía a cantar a José Alfredo “estoy en el rincón de una cantina…
Lucho ya me conocía, tendría yo diez años, vestía pantaloncillos cortos y me daba la “Superior” bien fría y bien tapada.
Ya en casa, mi padre invitaba: en la palma de la mano: “prueba tantito solo para que sepas lo que es y a qué sabe”.
Empezaban los sesenta, era el tiempo de las películas de Luis Aguilar, Pedro Infante, Jorge Negrete. Miguel Aceves Mejía. Fernando Casanova, Elvira Quintana, Luz María Aguilar, Lilia Prado y tantos famosos que hacían películas donde se resaltaban los meros machos que tragaban alcohol, escupían y de ahí salían chispazos a diestra y siniestra.
Es la cultura en la que “nos criamos” los chamacos de entonces, entre las pistolas, el trago y el humo del cigarro. En Acayucan había armerías, pero no asesinatos, sólo recuerdo el de don Benigno Mendoza, creo abuelo de Raquel, mi compañera de Primaria.
El cine de moda era de mi padrino don Ricardo Pavón; el “Victoria”, el único, al que por cierto me hizo recordar y revivir cuando apareció, la película “Cinema Paradiso”.
Así empezaría la larga carrera etílica de este “rapaz mozuelo”. Luego, de monaguillo, robando tantito el vino de consagrar al Padre Alberto y más tarde lo mismo en el Seminario en Santiago Tuxtla. Aunque después, de regreso, en tiempos de la prepa nocturna. Con los compas sudando a mares nos poníamos a llenar cartones de cerveza en “El Sarape”, “El Caribe”, en los Billares Oriente, con Catarino Villegas, “El Caribe”, “El Noche y Día” o la zona roja de Oluta.
Ya en Xalapa, en infinidad de lugares, de preferencia inolvidables como “El Anfitrión”, “El Caballo Blanco” o con Chico Julio.
¿Juventud desenfrenada; “no hay borracho que trague lumbre, o enfermo que coma y beba, ni loco, que por mucha hambre, se ahogue con su propia lengua”, el chupe siempre tiene justificación.
Ahora lea, analice, imagine este impresionante relato hecho canción por Ramón Ayala y sus “Bravos del Norte”:
“Soy el más desdichado del mundo/ y la culpa la tiene este vicio/me dejo la mujer que tenía/ahora pierdo también a mi hijo./ él jamás supo lo que era un padre/ porque yo andaba siempre borracho/ él pidiendo en la calle limosna/para que yo, siguiera tomando.
Una noche lluviosa de invierno/ llegó el pobre hasta donde yo estaba/ y me dijo “perdón, papasito/ahora sí que no me dieron nada/tengo hambre, también mucho frío/por favor, hoy no me digas nada”/pero yo ciego de tanta ira/le golpié hasta casi matarlo/y le dije: “te vas a la calle/ya no pienso seguirte aguantando/ya no tienes ni casa, ni padre/si no traes para seguir tomando.
Salió el pobre temblando de frío/y llorando por lo que le dije/mientras yo en la casa embrutecido/sabrá Dios que tanto lo maldije/el alcohol y el sueño me vencieron/desperté casi ya amaneciendo/al abrir la puerta de la casa/no creí lo que yo estaba viendo/ahí estaba mi hijo tirado/ había muerto de hambre y de frío/ en su mano le hallé dos monedas/que me traíba pa comprar más vino/ y yo briago no oí que tocaba/y así el pobre murió en el olvido.
Por borracho perdí yo a mi hijo/y a mi esposa que tanto adoraba/yo les quiero pedir a los padres/ que no le hagan un mal a sus hijos/ tal vez Dios me mandó este castigo/ por tirarme a la senda del vicio”.
Como éste, usted lo sabe,hay infinidad de relatos entre los centenares de casas de Doble A, o Alcohólicos Anónimos, que surgen a propósito del tema por todo el estado, al igual que infinidad de canciones que no solo alientan, sino indiscriminadamente promueven el trago abiertamente y sin control alguno. ¡Qué pena!
¿Y los gobiernos qué hacen para evitarlo?
Al respecto no hay mucha información, pero en internet se asegura que “la mortalidad atribuible al consumo de alcohol en 2019, fue más elevada entre los hombres, con 2 millones de muertes, que entre las mujeres, con 600,000 fallecimientos. Se estima que 400 millones de personas, es decir, el 7% de la población mundial de 15 años o más, vivían con trastornos por consumo de alcohol. (25 jun 2024)”.
También se informa que “el 48.1% de la población estudiantil ha consumido alcohol alguna vez en la vida (49.9% hombres y 46.4% mujeres) y el 10.5% ha presentado consumo excesivo de alcohol (12% hombres y 9% mujeres)”.
“¿Cuánto tiempo de vida quita el alcohol a una persona?, se asegura que el hígado tan sólo es capaz de metabolizar 0,12 g/l de alcohol en sangre cada hora, con lo cual el proceso de eliminación (dependiendo del alcohol consumido) podría llegar a finalizarse incluso 19 horas después”.
¿Hasta cuándo los gobiernos federales y estatales seguirán prohijando, favoreciendo y hasta promoviendo la mexicana alegría?, ¿cuántas familias se seguirán destruyendo a causa del alcoholismo?
Los nuevos gobiernos, que dicen estar transformando al país, ¿harán algo para cambiar este grave problema, o seguirán tolerando el consumo excesivo? A ver qué dice Doña Chío.
Y como siempre le pido tenga paz y armonía en casa, Cuide el agua, siembre plantas.
gustavocadenamathey@hotmaill.com

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