Parlamento Veracruz
Juan Javier Gómez Cazarín
Cuentas claras, amistades largas, advierte la sabiduría popular que, nutrida de siglos de experiencia en la vida, casi nunca se equivoca. Con esa idea en mente escribo estas líneas a unas horas de conocer el dictamen de la Comisión Permanente de Vigilancia sobre el informe de la Cuenta Pública 2018 que el Órgano de Fiscalización Superior presentó el pasado 29 de enero.
Por primera vez en la historia el Congreso de Veracruz rechazó, el pasado 31 de octubre, el informe de la Cuenta Pública presentado por el Orfis y determinó un plazo de 90 días para que el Órgano la revisara con lupa y la volviera a mandar al Legislativo.
Esa decisión inédita en Veracruz obedeció a nuestra convicción de hacer las cosas diferentes para bien de la sociedad. Si las cuentas no estaban claras, si no estábamos convencidos, si no había certeza, lo mejor era reconocerlo y pedir una revisión más cuidadosa. Que nos la barajearan más despacio, pues.
Y es que, la duda mata, siguiendo con eso de los dichos y los aforismos.
Personalmente estoy convencido que en la fiscalización no puede haber amigos ni enemigos. Ni alcahuetes de lo que esté chueco, ni hoguera de brujas para los que nada deben.
Antes, la fiscalización se usaba para poner contra la pared a los malqueridos del régimen en turno y para solapar con descarada complicidad a quienes se tenían por compinche. Los platos rotos los pagaba el pueblo.
Hoy ninguna diputada y ningún diputado se podría prestar a lo anterior.
Por eso, la sesión del pleno que tendremos mañana martes deberá ser una muestra de lo que ahora se hace diferente en el Congreso de Veracruz, donde no tenemos miedo de escribir una historia nueva si nos lo exige nuestra convicción personal de servir al estado.
*Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado.*