EN XALAPA TODO TIENE QUE CAMBIAR, PARA QUE NADA SIGA IGUAL: TAIBO II

EN XALAPA TODO TIENE QUE CAMBIAR,  PARA QUE NADA SIGA IGUAL: TAIBO II

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* Las condiciones están dadas. “Es una ciudad activa, repleta de jóvenes inteligentes”.

Xalapa, Ver.- Le precede una voz aguardientosa y aguda de lector entonado que se abre paso entre la llovizna, que apenas moja. Unos la llaman pelo de gato; otros, chipi chipi. Sus palabras avanzan por el pasillo de la Casa Xalapa y se meten hasta la cocina, literalmente, donde apenas mirar exclama: “Qué bonito”. Ahora este espacio costumbrista de museo es suyo, elige una de las tres sillas dispuestas alrededor de una mesa de madera. Se sienta. Es Paco Ignacio Taibo 2, un hacedor de mitos que al escribirlos construye el suyo propio.

Es menos gordo y menos grande de lo que uno podría imaginar. Pero más sencillo y generoso en su trato. Viste un pantalón de mezclilla un tanto estropeado. Bajo la camisa de franela azul, a cuadros, una camiseta gris desde la que apenas asoma la imagen de Kalimán: “serenidad y paciencia”, diría, pero Paco ya viene acelerado. Las presentaciones y frases de calentamiento salen sobrando…

La primera pregunta vuela: ¿Cuál es el reto de esta Xalapa?, la primera capital de un estado que gana la izquierda.

El reto es grande, grande, grande… Xalapa ha sido una de las capitales culturales del país, varias veces, a lo largo de su historia. Aquí floreció (Emilio) Carballido, coño, la Orquesta Sinfónica llegó a tener un prestigio internacional, se movió el teatro como en pocos lugares, hubo proyectos editoriales bien potentes. Recuperar estas glorias no debe ser muy difícil, pero inventar nuevas glorias, sí.

Paco agarra aire, reflexiona, acompaña con las manos su diálogo interior, concluye: “El reto de la capital veracruzana es concretar una eclosión”. El brote o aparición súbita de un movimiento cultural, según el diccionario.

“Si no se logra, quiere decir que somos muy inútiles. Las condiciones están dadas. Es una ciudad activa, repleta de jóvenes inteligentes, con tentación. Lo que pasa es que no es fácil formular un proyecto de cultura en el nivel municipal con recursos escasos, la animadversión del gobierno estatal y el desprecio del federal. Pese a ello es viable”.

Considera que no se requiere de grandes inversiones, pero sí toneladas de imaginación. “Hay que sentarse y convocar a la comunidad para decir por dónde vamos, premiar las ideas más imaginativas, más locas, y hacer una política de ensayo y error. Llevar literatura a los parques, por ejemplo, y luego analizar por qué funciono o por qué no, para ir corrigiendo sobre la marcha”.

Se emociona: “No es inviable crear un puente Ciudad de México-Xalapa. Ahora que ganemos la Ciudad de México… crear un puente cultural no está jalado de los pelos, es relativamente fácil. ¿Y cómo alimentamos ese puente? Con ideas, con iniciativa. Vamos a pensar qué queremos de lo mejor que se está produciendo hoy en el altiplano, cómo lo traemos, qué experiencias importantes se han logrado y han tenido éxito allá, o aquí”.

Propone un convenio con la Universidad Veracruzana para que la Orquesta Sinfónica salga a la calle: “llevarla a los mercados de la Ciudad de México, a ver qué pasa… ensayo y error”, insiste. Imagina un concierto de 40 minutos con la obertura de La Valquiria, de Wagner, “puede transformar un mercado en una fiesta”.

Llevar danza moderna a los parques hasta dar en el clavo, haciendo los ajustes necesarios para captar públicos. Definitivamente, trasformar en colaboración la dependencia de la provincia hacia la capital del país.

– ¿Leer como sea y dónde sea?
– Tendría que ser una premisa de la nueva política cultural de Xalapa. Para ello habría que crear núcleos de divulgación y establecer un sistema de préstamo de libros al aire libre, en el que la única obligación del lector sea escribir una nota en la que exprese qué le pareció, de tal manera que empiece a crear líneas de lectura para otras personas.

A Paco no se le da el pesimismo.

– ¿Tiene salvación este país?
– La diferencia entre los pesimistas y los optimistas es muy sencilla: los optimistas nada más sufrimos después. Los pesimistas sufren antes, durante y después. Es un problema puramente práctico. Si asumes la visión del pesimista estás precondenado, invitando a la inmovilidad. Por lo tanto hay que asumir la opción del optimista y pensar que todo tiene que cambiar, para que nada sea igual.

La lectura es clave. Como parte de una serie de fenómenos que involucran a la cultura, abre puertas, libera espíritus, construye educación informal. Puede ser que no te sepas la Tabla Periódica de los Elementos, pero si sabes los nombres de los cuatro mosqueteros entenderás qué significa Todos para uno, y uno para todos, y puedes hacer que ese lema de compañerismo se extienda a tu vida cotidiana.

LEER EN LIBERTAD

En enero de 2010 Paco fundó la “Brigada para leer en libertad”, como proyecto nacional de fomento a la lectura y herramienta de transformación social. Desde entonces han regalado casi dos millones de libros, vendido ocho millones de ejemplares a bajos precios, celebrado dos mil ferias del libro en todo el país y ofrecido casi cinco mil conferencias.

Mantienen una campaña real de promoción de la lectura que no existía en el nivel federal, y en algunas zonas lo hacen tanto y tan bien, que cambió la manera de leer del Valle de México, donde miles de jóvenes han crecido con la Brigada en estos últimos años, explica.

Entre otras sorpresas “ganamos un montón de lectores de la tercera edad. Ahora que ya no tienen que mantener al hijo, que ya no buscan ser ricos, porque no lo serán dentro de este sistema, recobraron el placer de leer. Ha sido notable recuperar a estos hombres y mujeres de 50 años para arriba que habían perdido el gusto por la lectura, si alguna vez lo tuvieron”.

La educación en México tiene enormes virtudes, pero en cuanto a la lectura, un enorme defecto: hacer que le gente lea por castigo u obligación.

– ¿Leer a los clásicos, o no leerlos?
– Te dicen: “para mañana El Quijote”. No mames, güey, a mí me tomó 15 años leerlo con gusto… por qué demonios un adolescente tiene que leer El Cantar del mío Cid. No le va a gustar. La Iliada o La Odisea, traducida del griego antiguo de Homero al español de gachupines del siglo XIX. No. La Odisea tienes que leerla a los 30 años.

Esta obligación de las fotocopias contra el examen de mañana es una falacia. En la universidad te están pidiendo al menos 150 páginas a la semana, pero no las lees, es mentira. Continuar con este esquema es por lo menos corrosivo, porque el joven empieza a identificar la lectura con güeva, aburrimiento, presión, castigo… en lugar de asociarla con placer.

– ¿Hay que leer a Quevedo?, nos pregunta, cuando la plática se convierte casi en cátedra de Literatura Española.
– Yo no sería el mismo si no hubiera leído a Quevedo. Me transformó, me iluminó, me demostró que el español es LA LENGUA. Pero cuando tenía 30, 35 años quizá. Si me hubieran hecho leer Sonetos de Amor a los 15 no me hubiera enterado de nada del español del “Siglo de Oro”.

“Polvo serán, mas polvo enamorado…” Ésa es una de las grandes metáforas de la humanidad, chingá, pero tienes que explicarla. Fui a leerles sonetos de Quevedo a Ciudad Nezahualcóyotl, y le dije a la prole: “camaradas, vean, el compañero Quevedo les está hablando al oído: ‘Polvo serán, mas polvo enamorado’. ¿Qué te está diciendo? Que serás el polvo de los llanos de Neza, donde el polvo se vuelve lodo cuando llueve, pero no serás cualquier pinche polvo, serás polvo enamorado… Agárrate güey, los adolescentes de Neza leyeron a Quevedo como locos.

Hay que quitar obligatoriedad a la lectura para darle placer: “yo apuesto mi cabeza a que tiene mucho más efecto de incorporación de lectores Batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco, que El periquillo sarniento. Claro que recomiendo leerlo, ¿cuándo y cómo?, cuando tengas la capacidad para crear una visión del siglo XIX en la que entra la picaresca. ¿Eso implica darle en la madre al sistema educativo actual? ¡A güevo!, de eso se trata, y sin miedo”, reta, invita.

Para Taibo, los clubes de lectura que se promuevan desde el Ayuntamiento de Xalapa no deben estar basados en los clásicos, “no mames”, sino en De perfil, de José Agustín, para incorporar lectores al placer.

LIBROS EN XALAPA

La Brigada llegó a nuestra ciudad, donde se celebra la primera feria del libro “Xalapa lee en libertad”.

Otro obstáculo serio para que México sea un país de lectores es el precio de los libros, dice Paco. Podemos bajarlo. La Brigada ha demostrado que puedes comprarlos a la tercera parte, a la cuarta parte de lo que cuestan normalmente. El problema es que las editoriales apuestan a vender tres mil ejemplares a un súper precio y embodegan o destruyen lo demás, en lugar hacer tirajes mayores a bajos precios, lo que aumentaría el número de lectores.

La Brigada y multitud de colectivos a lo largo y ancho del país consiguen saldos para bajar los precios, y asocian la venta a conferencias, debates, lecturas en voz alta, colgajos de poesía donde escoges lo que quieres leer y te lo llevas… regalo de libros. “Funciona, y funciona muy bien”.

Pero no sólo es pensarlo –aclara–. Hacerlo requiere de un equipo sólido y alianzas. Su grupo de promotores organiza lo mismo una feria en una zona descampada, semirural, que un evento masivo en el Zócalo, con mil 500 personas en cada conferencia. Ven qué se está escribiendo, qué temas hay que poner sobre la mesa, qué libros hay que rescatar.

Luego, se necesita una alianza con la comunidad intelectual progresista de izquierda: escritores, académicos, novelistas, poetas, teatristas, para incorporarlos y decirles “vente a apoyar”. También con los libreros de usado, las editoriales, instituciones, universidades, el Ayuntamiento, para que te ayuden a financiar estos proyectos.

En la Ciudad de México es más fácil, porque concentra a la comunidad intelectual. Noventa por ciento de quienes hoy escriben, publican libros interesantes, está allá, y son muy generosos al regalar su tiempo. Porque la Brigada no paga a los conferencistas, “yo no he cobrado una sola en estos últimos ocho años y he dado cerca de mil. Creo que es parte de mi responsabilidad social y así lo piensan otros compañeros”.

El desafío para la provincia es cómo traer a esta gente. Según Paco, no es difícil llegar a Xalapa. Aquí este primer experimento ya fue un éxito, porque cuentan con un núcleo serio de librerías de viejo, con buenos precios y buenos libros. Entonces, ya no necesitas transportarlos con sus fondos editoriales, lo tienes resuelto.

Xalapa –reitera–, es una ciudad con virtudes inmensas, entre ellas una larguísima tradición de vida cultural.

MITOS, PERO CHINGONES

Para ilustrar la construcción de símbolos en el país, Paco abre su camisa y señala a Kalimán. “Mejor Kalimán que Barney, ¿no? Imagina a este cabrón con la Constitución de 1857 bajo el brazo. ¿Mejora, no? Y si sobre el turbante, al frente, llevara una estrella roja de cinco picos, mejor todavía… estaría a toda madre”.

Afirma que también a través de la literatura se hace política, se transforma a la sociedad. “Creo haber hecho más política con Robin Hood que con Lenin, porque este socialdemócrata ruso formado en el marxismo del XIX, en polémica continua contra sus enemigos que eran sus compañeros de al lado, no es claramente un motivador. En cambio, Robin Hood es clarísimo: va por el pinche bosque de Sherwood, le roba a los ricos y se lo da a los pobres. Ahí la tienes, ahí está la clave”.

La historia es identidad, pero si no cambia la forma de abordarla se convertirá, como empieza a hacerlo, en estatua, nombre de calle, ceremonia cívica, advierte. En Veracruz se puede discutir si Guadalupe Victoria era esquizofrénico o no, pero cuando planteas la idea te dicen: “no, cuidado, primer Presidente de México, no lo toques”. Sí, era esquizofrénico, pero también un guerrillero insobornable, maravilloso, muerto de hambre en una cueva, diciendo que la Independencia, mientras quede uno de nosotros, continúa.

Desmitificar la historia y crear nuevos mitos es, de algún modo, el planteamiento de Patria, su más reciente libro de los aproximadamente 80 que ha escrito: “Estoy construyendo mitos, estoy consciente, me alegro mucho, pero mitos chingones”.

Dice que Patria le permitió ver el medio siglo XIX como un reflejo distorsionado del siglo XXI. “Cuando de repente escribo: Juárez cruzaba la plaza del Zócalo a pie y sin escolta, digo, ay güey, ¿Peña Nieto ha sido capaz no ya de cruzar la plaza, sino de llegar a Palacio simplemente sin que lo abucheen..? Guillermo Prieto fue dos veces ministro de Hacienda y murió en la miseria, ¿cuándo un funcionario priista de estos últimos años, ministro de Hacienda, acabó muerto de hambre? Entonces, claro, el reflejo del XIX me daba patadas cuando estaba escribiendo, por eso gocé tanto este libro”.

Y sobre Paco también hay mitos. Se dice, por ejemplo, que lo han visto en dos lugares al mismo tiempo, pero niega el don de la ubicuidad porque quien lo haya visto debió estar también en ambos sitios, simultáneamente. O el cuento de que todos lo ven llegar a alguna parte, pero nadie lo ve salir… Los entrevistadores no dicen nada, como esperando que algo ocurra. Sonrían, chingao, dice divertido.

Las historias se le amontonan en la cabeza. Ya tiene escritas dos novelas cortas, en manos de la editorial. Una de ellas sucede en Veracruz, entre 1900 y 1908.

– ¿Novela negra?
– Estoy escribiendo una novela negra, pero no me está saliendo. Está demasiado negro el país, entonces me resulta pálida.

– ¿El país?
– Este país es a toda madre, está lleno de mexicanos. Si no fuera por eso sería cosa de echarse a llorar y salir corriendo.

– ¿Viene el cambio?
– Es inevitable. Pueden intentar retrasarlo, pero no impedirlo.

– ¿Puede no ser ahora?
– Yo tenía una bola para adivinar el futuro, pero me fui a jugar boliche con ella y valió madre, es la misma que usaba Marx para pronosticar que el socialismo triunfaría primero en Inglaterra.

Habla sobre la literatura, del compromiso de quien escribe con el país y la sociedad en que vive, para contarla, retratarla, y de que muchas veces lo logra, porque “la literatura es el mejor instrumento para retratar una época, mucho más que el ensayo, el periodismo o el análisis político”.

Las preguntas podrían continuar, seguidas de las palabras, las ideas, las imágenes, las anécdotas… pero Paco ya no aguanta las pinches ganas de otro cigarro… y ya estuvo bueno. “¿Vamos a fumar, no?”, dice, y el humo avanza lentamente hasta el parque Juárez, a donde también lo vimos llegar, pero no salir.

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